Tocando el cielo desde Arteixo

Santa Leocaia.

El techo del municipio de Arteixo, en la costa Ártabra, lo corona el “Coto de Santa Leocaia”.

Situado en la parroquia arteixana de Loureda, sobresale del mar aproximadamente 325 metros.

Es un lugar enigmático el cual recomiendo visitar, ya que además de la grandiosa vista que podemos contemplar, me aporta desde que lo visito (ya desde niño) una fuerza y una sensación inexplicable. Quizás por la tranquilidad que se disfruta, quizás por su majestuosidad…

Desde esta altura podemos observar con días claros la ciudad de A Coruña, con su torre de Hércules. Un poco más allá la Ría de Betanzos y la de Ferrol. Si nos volteamos 180º vemos mucha montaña, pero al fondo vemos el Monte Neme entre los municipios de Carballo y Malpica.

Vista de A Coruña.

Con razón surgieron muchas leyendas relacionadas con este lugar.

Una de ellas menciona que esta montaña fue un antiguo volcán. Quizás esta leyeda viene referida a que en el valle de Loureda y Arteixo es tierra de aguas termales. Aunque científicamente no podemos corroborar esta afirmación, ya que las aguas calientes que emanan de la profundidad en esta zona, no son volcánicas.

Vamos a explicar de donde provienen estas cálidas aguas:

Las aguas termales tienen dos orígenes. De origen volcánico, y las de calentamiento por gradiente geotérmico. La mayoría, al igual que las de Arteixo, son de este último.

Cada 33 metros de profundidad la temperatura aumenta 1º centígrado. Por este motivo podemos intuir que el agua de lluvia que recoge las tierras altas que están detrás del monte de Santa Leocaia, bajan y van subiendo su temperatura. Luego, en los pozos de los balnearios de Arteixo (tenemos 3 catalogados), se recogen esas aguas con temperaturas más elevadas al agua que normalmente surgen de otros pozos. Con que la temperatura tenga una variación superior a los 5º ya se consideran termales.

Puedes leer en este enlace sobre el balneario más desconocido de Arteixo:

https://sonmaravillas.com/sabias-que-arteixo-tuvo-otro-balneario

En esta comarca al igual que en el resto de Galicia, no hay indicios de volcanes, por lo que todas las aguas son del tipo “gradiente geotérmico”. Así podemos confirmar que el coto más alto de Arteixo no es un volcán, aunque las leyendas y nuestro imaginario nos diga lo contrario.

Ortensia, el huracán que visitó Galicia en el 1984, dejó entre otras consecuencias, agua caliente en algún pozo del valle. Muchos pensaron que el volcán era el causante. Puedes consultar este pasaje aquí:

https://sonmaravillas.com/huracan-ortensia-llena-los-pozos-de-arteixo-con-agua-caliente

Esta cima se cree que fue ubicación de un castro. No quedan restos, pero es fácil pensar que esta afirmación es correcta, ya que nuestros antepasados buscaban normalmente ubicaciones elevadas. Desde aquí, los pobladores del castro tenían una vista privilegiada del resto de los castros de la zona, actualmente concello de Arteixo. Subido a la piedra más alta, podemos ver y controlar perfectamente si la vista no nos falla, de la población castrexa de A Rocheira en el lado Este. Si vamos girando nuestra vista en sentido contrario a las agujas del reloj, encontraremos el castro de Canzobre en la parroquia de Morás y muy cerca el de Freán. Luego tenemos el castro de Santa Icía en la misma parroquia.

Mirando de frente hacia el norte encontramos el castro de Laxobre y el de Penouqueira sobre el núcleo urbano de Arteixo.

Un poco más a la izquierda se divisa el castro de Pastoriza en el alto por encima de la virgen.

Cerca de este hacia el Oeste están los castros de Galán en Oseiro y el de Rañobre.

También estaban de vecinos los habitantes de los castros de Suevos, ya cerca del mar, como era el de Cociñadoiro. Este quedó bajo el hormigón con la construcción del puerto exterior.

Con la vista hacia el Oeste, hacia el Océano, encontramos la ubicación del castro de Figueiroa.

Otros castros del municipio como el de Chamín, Armentón, Larín, Lañas, Monteagudo, también son controlados desde esta atalaya.

La vista nos permite controlar incluso el gran castro de la comarca, que era el de Elviña, gran ciudad de la época. Y muchos otros.. pero como muestra de la importancia de este punto tan alto, nos llega sobradamente.

Años más tarde, los pobladores de la zona, escogieron este lugar para construir una torre. No hay más indicios que algunas leyendas y alguna marca en las piedras como escalones esculpidos en las rocas.

Si la aldea se llama igual que el coto, “Santa Leocaia”, se supone que habría alguna iglesia o capilla a la cual venerar a esta santa. Pues investigando y preguntando a las gentes del lugar, se comenta, aunque nadie en el momento de hacer esta investigación puede afirmar recordar que aquí hubo una capilla con la santa Leocaia, que en la parte sur del coto, en unas fincas llanas, hubo en su día una pequeña construcción eclesiástica. Incluso hay quien dice que tiempos atrás se encontraban piedras cuando araban la tierra. Otros dicen que la imagen de la virgen se llevó para la iglesia de Loureda.

Escalones esculpidos en la piedra.

Otra muestra del paso por el lugar de nuestros antepasados, los podemos ver en las cazoletas que nos encontramos en abundancia.

Visitando el lugar, encontré una cruz, más bien una equis grabada en la piedra, que a día de hoy aún no pude conocer su significado ni su origen. Quedo abierto a quien me pueda dar alguna explicación.

La prensa publicaba el 28 de febrero del año 1980, la intención que hubo de instalar en el lugar una ciudad militar por parte de la comisión castrense:

Pongo aquí esta leyenda que encontré, la cual menciona la posible capilla:

Santa Leocaia, es un lugar para desconectar, para encontrarse a uno mismo.. o incluso para enamorarse.. de este lugar sin duda.

Pepe Cundíns. Septiembre 2021.