Misterios del cementerio de San Amaro (A Coruña)

Cementerio de San Amaro y sus misterios.

Picasso enterró a su hermana pequeña aquí… Juana de Vega descansa en su ataúd con el corazón de su marido… Los nichos de dos alcaldes coruñeses están comunicados… Debajo de la pequeña capilla del cementerio hay una fosa con cientos de víctimas de la pandemia de cólera que asoló la ciudad en 1854… Una zona del cementerio está cerrada bajo llave porque es propiedad del gobierno británico ya que aquí yacen las víctimas inglesas de la batalla de Elviña.. Sigue leyendo para conocer más.

El Cementerio de San Amaro en A Coruña es uno de los más bonitos del mundo y donde reposan multitud de personalidades de la historia de Galicia. Este campo santo esconde muchos secretos e historias.

Es el cementerio más antiguo de la ciudad de A Coruña (y uno de los cinco más antiguos de Europa). Se inaugura en el año 1812, para evitar los enterramientos dentro de la ciudad ya que se estaban haciendo alrededor de las iglesias.

Se elige un terreno a las afueras, frente al mar, para ubicar el que sería uno de los primeros cementerios organizados de España.

Antes de entrar a detallar las personalidades aquí enterradas, es importante mencionar que aquí se levantó el “Monumento a los Mártires” en el año 1901 para recordar a los protagonistas de la huelga general del movimiento obrero gallego. Otro monumento colectivo es la “Columna trenzada de la Libertad” que marca donde se enterraron a los aviadores alemanes muertos en la región durante la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente se retiraron estos restos y ahora ocupa ese lugar los soldados marroquíes que ayudaron al dictador Francisco Franco en la Guerra Civil Española. Otro monumento colectivo recuerda un pasaje más reciente de la historia de la ciudad, que fue el accidente de avión del vuelo 118 de la compañía Aviaco en el año 1973 (el más grave de la comunidad gallega), que procedente de Madrid, e intentando aterrizar en el aeropuerto de Alvedro, se estrelló en Montrove, falleciendo la totalidad de sus pasajeros.

Monumento a las víctimas del accidente aéreo.

Ilustres de la cultura y de la política, comenzaron a enterrarse aquí, por lo que esto provocó que otras personalidades quisieran ser enterradas también en este campo santo, incluso algunos sin haber vivido nunca en A Coruña, como el poeta Manuel Curros Enríquez que era orensano y falleció en La Habana (Cuba).

Aquí descansan entre miles de vecinos de la ciudad, los restos de aproximadamente 200 personalidades. No los vamos a relatar todos, pero voy hacer una selección, y esta te la muestro como una guía para poder encontrar sus tumbas, en caso de que te animes a visitar este campo santo (muy recomendado):

Entrando en el cementerio cruzando la puerta principal, podrás leer: «Año de 1812. El término del cuerpo es el que veis, El del alma será según obréis».

La primera zona del suelo del cementerio que nos encontraremos, es la que se cree que fue la fosa común de los centenares de víctimas de la pandemia. Párrafos antes contaba que la fosa común de los fallecidos de la cólera era debajo de la capilla, pero lo cierto es que hay discrepancias de si era ahí o en este terreno que encontramos nada más entrar.
En todo ese terreno se cree que pudiesen estar enterradas estas victimas ya que por lógica habría capacidad de enterramiento. También apoya esta hipótesis, el que en los años posteriores a la pandemia, se usó este suelo para enterrar a los niños, ya que no se podía escavar muy profundo para no encontrar los cadávares de los coléricos.

Se cree que en esta parte podría estar enterrada la hermana de Picasso:


Conchita Picasso (1888-1895): Hermana del pintor malagueño Pablo Picasso. Este comenzó su trayectoria como pintor en A Coruña. Llegó con 9 años con sus padres (José Ruiz Blasco y María Picasso), debido a la poca estabilidad económica que había en Málaga, ciudad de nacimiento del artista. Su padre era profesor de pintura y pidió plaza como profesor en la escuela de bellas artes de A Coruña, donde comenzó a trabajar en 1888. La familia Picasso se instala en el segundo piso de la casa nº 14 de la rúa Payo Gómez. Pablo estudia en la Escuela de Bellas Artes y perfecciona su extraordinaria habilidad como dibujante, hasta los 13 años edad, que es cuando la familia abandona la ciudad, por la prematura muerte de su hermana y a que su padre no se encontraba cómodo: “Ni Málaga, ni toros, ni amigos, ni nada de nada” decía el patriarca. En cambio el pequeño Pablo decía sobre su época en Galicia: “Solamente para mí fue una fiesta el traslado a Galicia”. A excepción de un suceso que le marcaría para siempre, que fue la muerte en enero del 1895, con 7 años, de su hermana pequeña Concepción, enferma de difteria.

Pablo (con 13 años) hace una promesa días antes de la muerte de su hermana en el altar de la iglesia donde hizo su primera comunión. Está dispuesto a abandonar su firme intención de convertirse en artista si su hermana se cura. Al morir esta, Pablo queda liberado para convertirse en el genio que finalmente fue. Un mes después expuso por primera vez en el número 20 de la Calle Real.

Conchita fue enterrada en una fosa común del cementerio cerca de la entrada, ya que era una familia humilde. El artista pinta el cuadro “Al final del Camino” cuatro años después. En él muestra dos entierros, el de un rico y el de un pobre, siendo llevado uno en carroza y el otro a pie, pero al final a los dos les espera la muerte. Esta obra es una alusión al sentimiento de culpabilidad y vergüenza que sintió en el entierro de su hermana.

Su padre pidió que se pusiera una cruz en el lugar donde descansaba la niña, pero nunca se encontraron sus restos.

Bordeando esta primera zona siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj, encontrarás la sepultura de: 

Jenaro Marinhas del Valle, premio Castelao de teatro.

Benito Pla Y Cancela, Presidente del Congreso de los Diputados.

Eduardo Pondal Abente (1835-1917): Natural de Ponteceso, el poeta autor de la letra del poema “Os Pinos” letra del himno gallego, descansa en San Amaro. El galleguista murió el día 8 de marzo de 1917 en A Coruña y es visitado puntualmente por la Fundación Eduardo Pondal que cada aniversario de su muerte le dedica la interpretación del Himno gallego ante su sepultura.

Eduardo Pondal.

Alejandro Pérez Lugín (Madrid 22/02/1870 – El Burgo A Coruña 5/09//1926): Periodista, novelista, director de cine y crítico taurino. Falleció de un ataque de uremia en su residencia veraniega Villa Teresa, de El Burgo (La Coruña). El Ayuntamiento de la ciudad se encargó de su entierro en el Cementerio Municipal de San Amaro, sobre cuyo sepulcro se colocó una escultura yacente de Bonome.

Manuel Murguía, “Manuel Antonio Martínez y Murguía” (Lugar do Froxel en la parroquia de Oseiro del municipio de Arteixo, A Coruña 17/05/1833 – A Coruña 02/02/1923): Escritor, poeta y periodista. Marido de la escritora Rosalía de Castro. Creador, entre otras muchas obras, de «Historia de Galicia» (1865), que se considera una de las primeras publicaciones sobre la historia de la comunidad gallega, junto con el libro del Padre Sarmiento “Viaje a Galicia” (1745). Descansa aquí con sus cinco hijos (no quedaron descendientes del matrimonio). Rosalía descansa en el monasterio del Bonaval en Santiago de Compostela.

Manuel Murguía.

Wenceslao Fernández Flórez (A Coruña 11/02/1885 – Madrid 29/04/1964): Escritor y periodista. Autor de entre otros, de “El bosque animado”.

Wenceslao Fernández.

Luis Seoane López (Buenos Aires, Argentina 01/06/1910 – A Coruña 05/04/1979): pintor, dibujante, grabador y escritor.

Luis Seoane.

Manuel Curros Enríquez (Celanova, Orense 15/09/1851 – La Habana 07/03/1908): poeta. No se recuerda un funeral tan multitudinario en Galicia como el del poeta celanovense, ya que era considerado el más excelso poeta civil, junto con Rosalía, de Galicia. Unas 40.000 personas en una ciudad que por entonces contaba menos de 50.000 habitantes se movilizaron para las exequias del creador de Aires d’a miña terra, fallecido en La Habana el 7 de marzo de 1908 y cuyo cuerpo, embalsamado, llegó al puerto coruñés el 2 de abril.

Tras la llegada por vía marítima, el féretro fue depositado en el salón de actos del Ayuntamiento coruñés, entonces contiguo a la iglesia de San Jorge. Entre los que lo velaron estaban (alguno de ellos terminaron acompañándolo en el descanso eterno del mismo cementerio): el maestro Chané, Alfredo Vicenti, Manuel Murguía, entre otros. El féretro que iba envuelto en la bandera gallega sobre una carroza negra, tras un recorrido por las calles de la ciudad, entre grandes aplausos, llegó a media tarde al cementerio de San Amaro. Curros recibió sepultura en el nicho 92 del tercer departamento.

Curros Enriquez.

José Castro González, Castro Chané (Santiago de Compostela 18/01/1856 – La Habana, Cuba 27/01/1917): músico. Era un virtuoso de la guitarra y de la cítara (instrumento de cuerda similar al arpa que en la antigua Grecia su uso estaba asociado al culto a “Apolo” y estaba considerado el instrumento más noble). Compositor y director de “El Eco” (Coral más antigua del estado) donde creó las melodías “Os teus ollos” y “Adiós a Mariquiña” con letras de los poemas de Curros Enríquez, al cual acompañó años antes en su entierro en el mismo campo santo.

Chané.

Manuel Lugrís Freire (Sada, A Coruña 11/02/1863 – A Coruña 15/02/1940): escritor y activista galleguista.

Juan Fernández Latorre (A Coruña 08/10/1849 – A Coruña 14/03/1912): Creador del Periódico La Voz de Galicia, en el año 1882. Fue Diputado en las Cortes y subsecretario de la Gobernación y gobernador civil de Madrid.

Fernández la Torre.

Francisco Llorens Díaz (A Coruña 10/04/1874 – A Coruña 11/02/1948): pintor, de la Academia de Bellas Artes madrileña y honorario de la equivalente gallega, sus restos fueron trasladados al cementerio de San Amaro en 1989.

Francisco Llorens.

Pedro Barrié de la Maza, (A Coruña 17/12/1888 – A Coruña 14/03/1971): Conde de Fenosa, empresario y creador de la Fundación Barrie de la Maza. Era hijo de Pedro Barrié y Pastor (socio del Banco Pastor) y de Amalia de la Maza y Agar. En 1936 se hizo con el control del Banco Pastor. En 1943 creó la hidroeléctrica FENOSA.

Barrié de la Maza.

Juana de Vega, Juana de la Vega Martínez (A Coruña 07/03/1805 – A Coruña 22/06/1872): activista y escritora liberal. Está enterrada con el corazón de su marido. Casada con el guerrillero y militar liberal Francisco Espoz y Mina, tras su muerte fue aya y camarera mayor de Isabel II durante la minoría de edad de la reina. Después volvió a Coruña, donde residiría hasta su muerte. En su casa de la calle Real se reunía los mejores intelectuales progresistas de la época. El General Espartero le dio el título de Duquesa de la Caridad con Grandeza de España, no hizo nunca gala de sus títulos y dedicó su vida a ayudar a los más necesitados. En su testamento escribió entre otras cosas: “Deseo que sea sepultado con mi cadáver el Corazón de mi inolvidable esposo que se conserva en una urna de ébano y plata dentro de un vaso de cristal, cuya urna se hallará en mi habitación”. Los restos de su marido se encuentran en la Catedral de Pamplona.

Juana de Vega.

Claudio San Martín Pérez (A Coruña 21/02/1934 – A Coruña 27/05/1988): empresario, propietario de la empresa Claudio. Impulsor del Polígono coruñés de Pocomaco y presidente del consejo de administración de Caixa Galicia. Fue asesinado en su vivienda del centro de la ciudad por el grupo terrorista Grapo.

Claudio San Martín.

José García García, conocido como Pepín de la Lejía (Ribadeo, Lugo 21/11/1911 – A Coruña 25/01/1996): político gallego que luchó para el Ejército Republicano durante la guerra civil española.

Pepín García.

Como curiosidades podemos citar la historia emotiva de la sepultura del niño de once años Juan Fernández Darriba, que rescató de morir ahogada entre el fuerte oleaje a otra pequeña de menor edad, Josefa Fernández, en 1896. Salvó a la niña pero murió en su hazaña. Nunca faltan flores en su lápida como homenaje. Un siglo después, los hijos y los nietos que pudo tener aquella mujer gracias a su héroe se acercan con frecuencia al lugar para cuidar el nicho.

Se cuenta que los nichos de los alcaldes Alfonso Molina y Linares Rivas se comunican.

El cementerio se divide en tres zonas: la religiosa, la civil y la británica. Esta última ocupada principalmente por un batallón británico que fallecieron en la batalla de Elviña y que es considerado como “pequeño Gibraltar» de A Coruña, ya que está cerrado al público y la llave está en manos exclusivas del cónsul británico en la ciudad.

Epitafios singulares también se encuentran aquí. Está el que quiso incluir el escudo del Deportivo al lado del tradicional crucifijo en una lápida para hacer valer su amor por el club. También hay alguien que quiso vengarse del médico que atendió a su finada progenitora: «Dulce y amadísima madre mía, torturada y muerta por la medicina, nos rompieron la vida. La sangre de los mártires caerá sobre ellos», lamenta una de las lápidas de San Amaro.

Uno de los más trágicos episodios de la historia de la ciudad, se esconde bajo la capilla de este cementerio de San Amaro. Se cree que aquí hay una gran fosa común con los centenares de víctimas que provocó la pandemia de cólera en el año 1854. Esta terrible plaga se cobró la vida de la tercera parte de la población. Por eso es curioso que sea una etapa tan poco conocida dada la magnitud de la tragedia. En los escritos sobre la historia de la ciudad, a penas hay referencias y las que hay, son una mera mención como algo anecdótico. En pocos días el cementerio fue desbordado, y eso que se levantaron los restos de los cadáveres que ya no tenían familia que les pusiese unas flores, los cuales se pasaron al osario común.

La epidemia, se originó en Asia y entró en América por Cartagena de Indias. Luego entró en Europa por Galicia en el 1853, cuando tres marineros del barco de guerra “Isabel la Católica”, amarrado en la bahía de Vigo, fueron internados en el lazareto de la isla de San Simón ya que estaban infectados. El contagio se extendió por toda España como una maldición: en apenas un año, mató a cerca de trescientas mil personas y A Coruña, una de las provincias más castigadas por el horror desatado, escribiría una de sus páginas más espantosas.

El escenario de la ciudad era dantesco. Las campanas tocaban permanentemente a muerto, hasta el punto de que tuvieron que prohibir los tañidos porque los miles de enfermos se desesperaban, y los campesinos hambrientos, que recorrían las calles voceando su angustia, eran expulsados por la Guardia Civil. Los entierros se celebraban sólo por la noche. Había fundadas sospechas de que muchos enfermos de cólera fueron enterrados vivos.

En esta fosa común debajo de la capilla, se enterraban en cal viva sobre todo a los campesinos famélicos que aunque eran devueltos a sus aldeas, volvían continuamente y terminaban por morir por las calles. Obviamente estos no se entarraban en panteones porque carecían de ellos.

Probablemente la causa de que no se escribiese sobre esto, es porque en la época se intentó ocultar los datos para evitar el cierre del puerto y del comercio de la ciudad.

Capilla de San Amaro.