Secretos de La Mona Lisa de Leonardo..
Se cree que “La Mona Lisa” fue un encargo del empresario de Florencia, Francesco del Giocondo, de ahí el nombre de la Gioconda, al artista Leonardo Da Vinci. Comenzó el retrato en 1503 y jamás lo entregó a su cliente. En 1508 se mudó a Venecia y se llevó la obra. Esta lo acompañó el resto de su vida hasta que falleció en Amboise (Francia) en 1519. Tras su muerte, Francisco I de Francia lo adquirió. Posteriormente la familia real fue guillotinada y la obra se convirtió en patrimonio del estado francés. Incluso pasó por manos de Napoleón, que lo tenía colgado en la pared de su dormitorio. Finalmente llegó al museo del Louvre, donde se puede contemplar, siempre que la marabunta de cabezas y cámaras nos permita acercarnos (lo digo por mi experiencia).
Hoy es aceptado que la mujer del retrato es la segunda esposa de Francesco del Giocondo, llamada “Lisa di Antonmaria”, pero hubo diferentes hipótesis sobre su identidad.
Una de ellas es que era la madre de Leonardo.
Otra es que era una prostituta. Esta hipótesis se basa en su apariencia. Las rameras en la Italia del siglo XVI no llevaban cejas, pestañas ni pelos en el bigote. También el peinado era el que estaba de moda entre las furcias o entre mujeres solteras. Por esto, si La Mona Lisa fuera la esposa de Francesco, no llevaría ese peinado, al estar esta casada. Esta teoría del peinado, hay quien la descarta a raíz de un análisis de la obra con rayos infrarrojos que determinaron que el cabello no lo llevaba colgado, si no que llevaría un moño.
Los ojos esconden otras curiosidades. En el derecho aparecen bajo una lupa de alta definición, las letras “LV”, que probablemente sea la firma de Leonardo. En el izquierdo no se sabe exactamente lo que aparece, ya que parece que es el número «72», las letras «CE» o «L2».
Su expresión es, sin duda, el gran misterio. Esa sonrisa con un gesto tan poco común que desconcierta. Se dice que Leonardo contrató a músicos y cómicos para que la entretuvieran durante las horas que tenía que posar inmóvil. Pero otras investigaciones basadas en estudios clínicos, afirma que Lisa padecía de hipotiroidismo. Se sabe por su cabello fino, piel amarillenta y bocio en su papada. Esto provocaría retraso psicomotor y debilidad muscular, lo que explicaría la sonrisa incompleta. Los italianos en la época del Renacimiento, tenían una dieta escasa en yodo, por lo que era habitual sufrir de esta enfermedad. En muchas pinturas y esculturas de la época se puede ver.
También se dice que padecía una hipercolesterolemia (niveles de colesterol LDL muy altos en sangre) tan severa como para ocasionarle la muerte con 37 años. Este diagnóstico de la Mona Lisa lo proporciona Florencio Monje Gil, cirujano maxilofacial. Se basó, para ello, en un xantelasma, o pequeño bulto, en la proximidad del lagrimal izquierdo y en un lipoma, o bulto de grasa, de unos tres centímetros de largo, en el dorso de la mano derecha, por debajo del dedo índice.
Volviendo a la sonrisa extraña, podemos lograr verla sonreir. La forma de verlo es fijar nuestra vista en sus ojos, y es así como podemos apreciarla.
Otra curiosidad es que se cree que estaba embarazada por los brazos cruzados sobre el vientre y una barriga en desarrollo. Luego, por documentación, se supo que su marido había sido padre entre 1503 y 1506, por lo que la teoría parecía tener mayor sustento.
Esta obra considerada entre las diez más importantes, la podemos disfrutar en el museo parisino del Louvre. Visita totalmente recomendada, a pesar de que nos costará acercarnos por la gran afluencia que permanentemente encontraremos enfrente a este cuadro, y al pequeño tamaño del mismo, que también sorprende cuando te encuentras delante de esta maravillosa obra pictórica.