Illas Lobeiras

Las Illas Lobeiras son un paraíso enfrente de otro paraíso. Anteriormente escribí sobre la montaña del Pindo, que para mí entender representa la majestuosidad de la mujer natural de la zona.. Fuerte, Enigmática, Cautivadora…

Cautivadora montaña del Pindo.

Pues ahora hablaré del archipiélago de “As Lobeiras”, que sin duda, viene a engrandecer la encantadora imagen del Pindo.

Lo conforma la isla “Lobeira Grande” y “Lobeira Chica”.

Están situadas en la ría de Corcubión (municipio al que pertenecen), enfrente a la costa de Carnota.

El faro se encendió por primera vez en 1909 en la isla más grande. El edificio, erigido sobre las rocas, mira al norte y desde él puede verse el faro de Fisterra. Aunque ahora está automatizado y sus estancias clausuradas, no era así a principios del siglo XX. Por aquel entonces, los frecuentes temporales de la zona, dejaban totalmente aislado durante días a los fareros.

La Voz de Galicia contaba el 13 de febrero de 1912: «El suceso parece un episodio de Julio Verne. La furia de los elementos desencadenados estos días, tiene aislados desde hace más de un mes a seis personas que constituyen la población del faro instalado en el islote Lobeira».

Las aves que pueblan estas islas, se batieron en duelo hace unos años por erradicar al “raposo das Lobeiras”. Esto pasó con la «Lobeira Grande». De este combate salió perdiendo con el resultado de quedar erradicada la familia de zorros que alguien había dejado allí.

Se sospecha que visitantes asiduos de la mayor de las islas, en las épocas estivales, pudo dejar allí zorros para que terminaran con la población de gaviotas. El motivo sería porque estas aves impedirían disfrutar de la tranquilidad de este paraíso con sus estruendos, entre otras cosas. Las gaviotas dejaron esta isla y se mudaron a la «Lobeira Chica» y a puertos próximos como el de Fisterra o Corcubión.

El origen del nombre de estas islas no está muy claro. Por una parte se cree que en épocas anteriores estuvieran habitadas por lobos marinos. Mientras que por otra parte, los marineros consideraban estas islas un peligro para la navegación, esperaban escondidas como un lobo a que un barco chocase contra ellas.

Estas islas fueron escenario de múltiples naufragios. El primero registrado por la prensa fue el mercante griego “Skuld” en 1901. Pocos años después en el 1904 fue el “Polymia” del mismo país.

Sin duda estas islas merecen nuestra atención, y debemos de hacerles una visita, aprovechando que subimos a la Moa del Monte pindo.

¿A que os seduce la aventura?