Grandes Nevadas en A Coruña

New York y A Coruña se encuentran prácticamente en la misma latitud, 40° Norte. Pero los climas son totalmente diferentes. Los inviernos son mucho más fríos en la ciudad de los rascacielos que en la ciudad de cristal. Y los veranos mucho más calurosos. Las temperaturas son más extremas, y en la ciudad herculina son mucho más suaves durante todo el año. La temperatura media en un mes de enero en Nueva York es de 0 grados, y en A Coruña de 10. En julio, el valor medio del que disfrutan los neoyorquinos alcanza los 24,7 mientras los coruñeses se quedan en 19.

La razón hay que buscarla en varios factores. Primero que las borrascas que nos llegan por el atlántico se forman en el caribe y circulan desde allí con rumbo Este entrando en Europa por la costa gallega, y lo hacen girando en sentido contrario a las agujas del reloj. Esto quiere decir que una borrasca de las tantas que nos llegan, al formarse en el Caribe, tiene sus vientos en espiral con sentido opuesto a un reloj, y esto provoca que coja aire frío del norte y lo acerque a la ciudad neoyorquina.

Esas mismas borrascas cuando llegan a la costa de Europa, lo hace con el mismo sentido de giro, pero aquí coge aire del sur, de África. Por eso cuando se acerca una borrasca notamos que se calienta el ambiente y cuando esta está encima nuestra, el viento y la lluvia nos llega del Sur. Por ese motivo de que la borrasca venga con vientos del sur, provoca que llueva más en las Rías Baixas que en las Altas.

Por el contrario, en verano el anticiclón de las Azores, que es uno de los varios que están fijos en una zona del planeta, crece, y como gira en sentido opuesto a una borrasca, eso es, en el mismo sentido de las agujas del reloj, nos trae a la costa gallega viento del norte. Este viento es frío, pero nos asegura ausencia de lluvias. En la costa norte de Galicia predomina el viento del norte en verano, que impide que las temperaturas estivales suban el termómetro, pero en cambio la protección de las rías baixas, por ejemplo, impiden que ese aire enfríe el ambiente, y por ello se alcanzan temperaturas más altas en el sur de la comunidad.

Volviendo a Nueva York, los anticiclones por ese movimiento giratorio les lleva viento del sur procedente del golfo de México, y con ello temperaturas más altas y más humedad.

La circulación de las borrascas en el atlántico, son de Oeste a Este. Así tenemos que en Europa entran desde el mar, y este hace de suavizador de la temperatura. Esto consigue que no llegue provocando tanto frío. En cambio en la costa Este de EEUU donde está la ciudad neoyorquina, las borrascas llevan viento del interior del país, y al no tener la cualidad de suavizador del mar, llega mucho más frío. Esto es lo que provoca grandes nevadas en una ciudad que está a nivel del mar. Cosa inédita en nuestras costas.

Una vez que tenemos claro estos conceptos, entendemos el porqué aquí no nieva a nivel del mar.

Y cuando lo hace es una excepción digna de mencionar.

En la ciudad de A Coruña, se encuentra buscando en la hemeroteca de la prensa local, una gran nevada en el año 1883. Esto salía el 10 de marzo del 1883. Se decía que no se recordaba una nevada tan copiosa.

A diferencia de otras nevadas que cubrieron con un manto blanco nuestras playas, como la que a bien seguro recordamos del año 1987, esta del 1883 duró varios días. La prensa decía un día después que seguía nevando en abundancia.

El 21 de marzo de ese mismo año 1883 se publicaba esta noticia donde se relataba que la nevada duró cinco o seis días. Y esto en una recién entrada primavera.

Otras nevadas aunque menos importantes fueron en el 1932, 1935, 1940, 1947, y 1948.

Luego le siguió a estas una bastante más copiosa que duró entre el 31 de enero y el 4 de febrero del 1954. La provocara una gran ola de fío siberiano que en A Coruña dejó los termómetros en -2,4º. A esta la siguió una leve nevada el 16 de enero del 1957.

Siguiendo la lista de nevadas, llega la del 1960. Esta dejó copos en la ciudad los días 10, 11 y 16 de enero, llegando a una temperatura mínima de -4º.

Tres años más tarde en 1963, llegaría otra gran nevada.

Tendrían que pasar más de 20 años para que volviera a nevar. Fue el 15 de febrero del 1985, aunque con poca intensidad.

Nada que ver con lo acontecido el 13 y 14 de enero de 1987, la última gran nevada de la ciudad y, probablemente, la más recordada.

Empezó de noche, pero pese a las altas horas, muchos coruñeses se echaron a las calles, algunos incluso en pijama. Seis dotaciones de la Policía Local patrullaron los barrios para recoger a diez vagabundos de la calle. Uno fue sorprendido en una casa de Santiago Gómez subiendo y bajando escaleras «para entrar en calor». Un marinero británico resbaló y cayó a las aguas del puerto, por lo que fue ingresado en estado grave. La Policía Local recomendó a los automovilistas circular en segunda. A Coruña amaneció blanca y las clases se suspendieron en muchos centros. En las capitales nórdicas se registraron -30°. En la ciudad herculina, la mínima fue de -2°.

Nevada del 1987.

Pepe Cundíns, marzo 2021.